martes, 15 de junio de 2010

Hoy dejo un artículo que escribí hace unos meses:

Cuando entré de nuevo en las aulas para cursar segundo de bachillerato este septiembre nos informaron amablemente (y con sonrisa incluida) de que este año todo cambiaba. No me refiero a un cambio de esos interiores, de esos que llevas por dentro durante la adolescencia, los mismos de los que la sociedad en general siempre parece saber mucho más que tu mismo. No, este cambio era de los extraordinarios, de los raros, de los educación. Dijeron algo sobre un importante modificación estructural en las pruebas PAU, algo sobre asignaturas de modalidad y poco más. Fuimos muchos los que preguntamos pero nadie (y remarco el nadie, valga la redundancia) nos supo decir muy bien de que iba aquello. Bien- pensamos- aún estamos a principio de curso. Que ingenuos. Los profesores pasaron más de un mes sin saber hacía donde tirar ni que hacer con nosotros, aulas repletas de descuidados zagales. Finalmente, cuando el mes de octubre tocaba a su fin y el otoño se asentaba fueron convocados los educadores a una reunión a la que acudieron ilusionados y receptivos. No obstante, volvieron desilusionados y tristones algunos, e hiperactivos y nerviosos otros tantos (más los graciosillos que ni se molestaron en acudir). La reunión fue tan abstracta y ambigua que los pobres decidieron comenzar a experimentar con nosotros haciendo caso a sus propias cábalas y a las de tantos otros colegas preocupados. Mezcla explosiva. Veremos como termina la propuesta, en estos momentos en las aulas se está preparando un auténtico cóctel molotov cuyas catastróficas consecuencias aún se desconocen.


Cansada y harta de la desinformación permanente que día a día prevalece en la vida ciudadana de este país decido simplemente informarme, saber de que va el asunto. En ningún momento me planteo siquiera protestar, oigan, que yo el concepto de ciudadanía lo tengo muy arraigado dentro. No como otros, y no me refiero a nuestros amigos, los bienintencionados trabajadores del gobierno. A ver cuantos seríamos capaces de desarrollar con tantísima integridad y buenas intenciones nuestro cargo político...Como se nota que España es un país de envidiosos. Ustedes disculpen al vulgo, ilustres señores políticos.


Volviendo a lo que iba, esta tarde me decidí a entrar a la página web del Ministerio de Educación (muy chula por cierto, con unos colores de lo más llamativos). Entré ilusionada, al fin voy a saber cual va a ser ese importante cambio- me dije. Mi gozo en un pozo, la actualización más reciente lleva el siguiente título: “Resolución de 10 de diciembre de 2008”. Tampoco hay suerte en la página de la “Generalitat”, ni tampoco en el socorrido “Google” en general. Nada. Decido preguntar a la orientadora del centro en el que estudio y ni las mismísimas universidades parecen saber muy bien de que va el asunto. Mi desconcierto alcanza ya cotas asombrosas. Las preguntas comienzan a proliferar en mi cabeza: ¿Por qué este cambio?¿Qué se pretende conseguir realmente?¿A quién se le ocurren estas cosas?¿Es esta la forma adecuada?



Reflexiono y me doy cuenta de que no se el porqué de este cambio, no sé cuales son los auténticos objetivos y tampoco sé a quien se le habrá ocurrido semejante invento. No obstante, creo tener la respuesta a la última cuestión. Un rotundo no, es que no se me ocurre otra cosa, la verdad. Este no es ni será el método adecuado, ni ahora ni nunca. La ya de por si deficiente organización de determinados organismos no hace nada más que incrementarse con esta “reforma”. Todo esto se suma a la creciente desinformación que ya venimos sufriendo desde que comenzaron a oírse los primeros rumores. Pero es que, sinceramente, no hay derecho. Cada día que pasa me voy dando cuenta progresivamente de que en este país de pandereta la coherencia y la profesionalidad tienen cada vez menos cabida. Porque quien sabe, quizás este cambio sea beneficioso para nosotros, que incluso puede que nos brinde más oportunidades el día de mañana, quien sabe. Pero no lo sabemos y no porque no queramos o no nos importe. No, simplemente es que nadie se ha tomado la molestia de informarnos.

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