domingo, 30 de mayo de 2010

La Roja, alianza nacional indiscutible



Podemos, sí. Todos con la roja, ¡a por el mundial! Que los españoles vamos a ganar, reitero, que podemos. Hay que ver con que facilidad se usa el plural inclusivo en la actualidad. Nos meten a todos en el mismo saco y tan alegremente, que forma tan inocente de cohesionar el país en tiempos difíciles. Un mundialillo y se arregla todo, a por Sudáfrica. Todos juntos. Como si los goles los metiese el vecino del quinto y los parase el camarero del bar de abajo. Claro que sí, porque si ganamos, ganamos todos. Pero si perdemos no perdemos, pierden. Entonces ya no somos tan seguidores de la Roja ¿eh? Que rápido se les quita el fanatismo (y no me incluyo, porque yo de eso nunca he tenido, espero que ni inconscientemente). Si se da el caso de que la prodigiosa selección no arrase con el resto de equipos de segunda que tengan el honor de jugar con ella, ¿qué ocurrirá realmente?¿Será otro 2008? El merchandising variado e infinito se quedará en las estanterías como un recuerdo funesto para coleccionistas ocasionales. Una anécdota más. Una más en la historia de un país que parece haberse fundamentado en ellas, vamos de historieta en historieta. Nos movemos entre los pudo ser y no fue del pasado y los quiero y no puedo del presente. Pero todo bien maquillado, no se vayan a ver las grietas. Aquí volvemos a lo mismo, al punto de partida, que triste que una nación sólo consiga unirse a través del deporte de masas. Ni planes, ni leyes, ni decretos, ni ostias. La crisis parece que se supera con la frivolidad, con el fingimiento de una euforia desmedida y compartida para enterrar otros problemas más graves.


Si, ustedes sigan con la fiesta, a ver cuanto dura la ilusión esta vez...¿cuartos, octavos, finales? Quien sabe, pero si ganan ganáis todos, y si no a otra cosa mariposa. Veremos que se les ocurre después para manteneros contentos los domingos, haceros gastar en souvenirs inútiles y permitiros olvidar la realidad que tan duro golpea los lunes.

viernes, 28 de mayo de 2010

Aburrimiento catódico

Últimamente ando de exámenes y cuando descanso de estudiar me da por poner la tele. Cambio de canal, la primera, CNN, Antena 3, Tele 5, más o menos todo lo mismo. Dejo puestas las noticias, que ya que voy a perder el tiempo al menos me entero de algo. Se repiten constantemente, la mayoría sensacionalistas: sucesos, deportes, algo de política, economía, siempre hay crisis, puta crisis. Los chistes fáciles de los presentadores me revuelven, por falsos. Los reporteros retransmitiendo desde las fiestas patronales de cualquier pueblo dejado de la mano de Dios en alguna de las Castillas me ponen enferma. Si cambio de canal la cosa empeora, con un poco de suerte solo será un aburrido programa de cocina para amas de casa ociosas. De esos en los que todo es perfecto, todo huele bien y las recetas imposibles se hacen en veinte minutos. Si hay mala suerte encontraré un corrillo de porteras voceando y bailando danzas profanas encima de cualquier persona que aún conserve algo de dignidad. Aunque eso siempre puede ir a peor. La mención a cualquier persona honrada suele venir acompañada de abucheo y descrédito, pero al menos se menciona a alguien ajeno a la decadencia permanente de estos sectores. En realidad su actividad más habitual es llenar y rellenar horas, minutos y semanas con las replicas, debates y comentarios sobre lo que X dijo sobre lo que Z había comentado antes a Y en respuesta al insulto de G. Basura.

Es un tópico, pero lo odio, y cada día más. Me parece una falta de respeto tremenda a los miles de profesionales del mundo de la comunicación que andan a día de hoy desempleados, becarios o haciendo trabajos que no soportan mientras ven como esa gente ocupa los lugares para los que ellos están cualificados. Me dan escalofríos de lo injusto. Pero si se mantienen este tipo de fórmulas es porque la gente decide verlas, familiares míos, sin ir más lejos. El enemigo en casa. El problema es que esos programas se ven por inercia, por aburrimiento y morbosidad a partes iguales. Si no ponen nada mejor, pues perdona, pero yo dudo seriamente que teniendo más de treinta canales “no pongan nada mejor”. Otra excusa que me revienta es “antes estaba viendo un documental en Punt 2 sobre las tribus de africanas/la prehistoria/el feminismo/los orangutanes pigmeos de la isla de Borneo...” Si, ya, y luego vemos la Noria ¿para qué? Para compensar, obviamente... Igual era más útil compensar llamando por teléfono a un conocido, a un amigo, o salir a dar una vuelta, o pensar, sin ir más lejos.

No es necesario plantear el aburrimiento como una excusa para absorber los programas que prohibimos a los niños como si fuésemos zombies hipócritas sin cerebro. Lo que pretendo decir es que se puede pasar el tiempo de mil formas más interesantes, pero hoy en día la gente no sabe aburrirse, se ha olvidado como disfrutar de los ratos libres y las horas ociosas. Nos quejamos mil veces de lo estresados que vamos, pero ¿qué hacemos cuando tenemos diez minutos libres? Perderlos, y no me refiero sólo a ver un poco de telebasura, hablo de todo en general. O llenamos los días con actividades que odiamos para no aburrirnos o nos aburrimos de la forma más patética que se nos ocurre. Reivindico el placer de aburrirse con dignidad.